Por Lic. Hugo Hirsch

La terapia sistémica tiene sus orígenes en las prácticas psicoterapéuticas de familia en la década del 50 en los Estados Unidos. Lentamente dejó de estar circunscripta a la exclusiva aplicación en problemas de familia y se extendió al tratamiento de todo el universo de problemas que abordan las demás psicoterapias.

Desde esta perspectiva, se sugiere que un cambio puede ocurrir más fácilmente si de alguna manera se modifica la relación entre el paciente y alguno de sus otros significativos. Las problemáticas psíquicas son concebidas como la expresión de las alteraciones en las interacciones, estilos relacionales y patrones comunicacionales de un grupo social comprendido como un sistema. Es así como los conceptos sistémicos, así como sus métodos y técnicas terapéuticas pueden igualmente aplicarse a la pareja, a los equipos de trabajo, a los contextos escolares y también a las personas individuales. Lo que resulta decisivo es que el énfasis esté puesto en la dinámica de los procesos comunicacionales, en las interacciones entre los miembros del sistema y entre los subsistemas que lo componen. También en el caso de la terapia individual el enfoque se orientará principalmente al cambio en los procesos de comunicación e interacción manteniendo la idea básica sistémica de ver a la persona en su entorno, es decir en el contexto del sistema o de los sistemas de los que forma parte.

El trabajo terapéutico comienza por la definición mas concreta posible de un problema del consultante. Mientras mas concreta sea la definición de este problema más chances de solución habrá. Sin embargo aquí conviene definir un poco más, ¿qué quiere decir tener un problema? Se entiende por problema algo que se repite sistemáticamente, puede ser un tipo de conducta, puede ser una serie de sentimientos, puede consistir en pensamientos disruptivos. Sea lo que fuere, la consulta aparece cuando la persona busca ayuda para cambiar algo que no puede lograr por sí misma. El segundo paso luego de definir el problema es buscar las soluciones intentadas, es decir las formas en que las personas y sus otros significativos trataron de resolverlo.

Suele ocurrir que las personas que padecen el problema y otras que tratan de ayudarlas repitan sin querer una y otra vez los mismos intentos de solución. Cuando eso ocurre el intento de solución se transforma en parte de aquello que ayuda a que el problema persista.

Podríamos resumir diciendo que en esta forma de terapia se busca identificar problemas y cambiar las soluciones. Para ello no es imprescindible explorar mucho en el pasado las causas del problema, sino identificar en el presente lo que se puede hacer para modificarlo. En ese sentido, el terapeuta explorará sistemáticamente las fortalezas del consultante, ya que ellas posibilitaran el camino para la mejoría.


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